Hermenéutica
del Sujeto [1]
Cristian Tinajero Jiménez
Estudiante
del Doctorado en Ciencias Organizacionales. Universidad de Los Andes
cristian.tinajero@utc.edu.ec
Heidegger considera a
la hermenéutica del sujeto como “el desenlace de la metafísica de la subjetividad
en un intento por caracterizar la especificidad de la conciencia, y
diferenciarla de la noción de sustancia, es decir de su codificación”. De esta
definición nace la necesidad de especificar la relación existente entre sujeto
y verdad, a partir de establecer el significado del conocimiento de uno mismo y
el cuidado de uno mismo.
El cuidado de uno mismo
y el conocimiento de uno mismo inicialmente fue abordado mediante la fórmula
del Oráculo de Delfos: conócete a ti
mismo. Sin embargo, esta relación de conócete a ti mismo es concomitante al requerimiento de ocúpate de ti mismo. Queda claro entonces
que existe una relación de subordinación entre estos dos conceptos, puesto
que el conocimiento de uno mismo es parte integrante de lo que significa
ocuparse de uno mismo, es decir, se trata de una derivación del sujeto.
Para Foucault (1982), era
imprescindible realizar cuestionemos a la política y la moral dominantes, más
aún cuando se trata del capitalismo salvaje y el fascismo predominantes en Europa
occidental en los años veinte. Su análisis consistió en una reflexión profunda para
recuperar las raíces de las racionalidades humanas y su incidencia en las
estructuras sociales para realizar una negación de las formas de subjetivación
que nos han sido impuestas a lo largo de la historia.
En este sentido Foucault argumenta que “la ontología crítica de nosotros mismos
debe de ser entendida no como teoría, ni como doctrina, ni tampoco como un
cuerpo de conocimientos durables que va en aumento; debe de ser concebida como
una actitud, un ethos, una vida filosófica en la que la crítica de lo que somos
sea al mismo tiempo análisis histórico de los límites que se nos imponen, y
experimentación de la posibilidad de transgredirlos”.
Sobre el conocimiento
de sí y cuidado de sí, Foucault explica que en la antigüedad el principio
délfico (gnothi seauton) que significa "conócete
a ti mismo" era un concepto subordinado al principio (epimeleia heautou), "ocuparse
de sí mismo". No es hasta el advenimiento de la modernidad que el
conocerse a ti mismo fue considerado como esencia de la sabiduría filosófica. A
partir del análisis del sujeto establece los aspectos principales del problema
del "cuidado de sí" sobre el problema del "conocimiento de
sí" a lo largo de toda la historia precristiana.
Foucault muestra como
el "conócete a ti mismo" eclipsó al "ocúpate de ti mismo"
debido al doble influjo del cristianismo y de la modernidad sobre nuestra idea
de la moral. El cristianismo y modernidad, fueron renuentes al ideal del
cuidado de sí, al que consideraban inmoral y egoísta. La moral cristiana,
porque ha convertido la renuncia de sí mismo en la condición de la salvación; y
la moral secular moderna, porque ha transformado la ley externa en el
fundamento de una moral social para la cual las reglas del comportamiento
aceptable se reducen a la relación con los demás.
De la antigüedad clásica Foucault reivindica los
elementos de la ética como parte de la existencia, desarrolló las bases de un
nuevo régimen de la verdad de sí, una nueva práctica de la libertad basada en
el cuidado de sí, el cual se refiere a la posibilidad de autogobernarse y
modelar la existencia propia por medio de un conjunto de ejercicios
espirituales que aseguren la creación y reinvención continua de sí mismo.
Para Foucault era evidente
el rechazo y la exclusión de la espiritualidad, y en consecuencia del cuidado
de sí, del campo de la filosofía. A partir de Descartes este rechazo supuso la
idea de un acceso puramente cognoscitivo y desinteresado a la verdad, a partir
de los principios formales de un método objetivo. Los ensayos por recuperar la
espiritualidad y el cuidado de sí han fracasado debido al influjo del
racionalismo moderno. Este es el caso, en especial, del marxismo y del
psicoanálisis, doctrinas a las que Foucault considera como tentativas fallidas
de espiritualidad, ya que son carentes de los ideales cientificistas y de la
tradición cartesiana.
Sobre la libertad Foucault
no la concibe como la superación del poder, o como lo que se opone al poder,
sino como su límite interno, pero al mismo tiempo la concibe, más allá del
modelo jurídico-político moderno, no como una esencia abstracta o como una
propiedad de la que cedemos una parte en el contrato social que funda el
Estado, sino que sostiene otra idea radicalmente distinta: no la de la libertad
en general sino la de la libertad en tanto que práctica histórica, no como un
estado conquistado de una vez y para siempre, sino como la condición de un
trabajo indefinido sobre la subjetividad.
En este contexto hay que
pensar en una historia del sujeto de la libertad que lo sea también del cuidado
de la libertad, de la eleutheria, y cuyo alcance ético es indudable, pues como
afirma Foucault: "La libertad es la condición ontológica de la ética, pero
la ética es la forma reflexiva que adopta la libertad".
Finalmente Foucault configuró
a través de la actividad filosófica de diagnóstico del presente y la
posibilidad de transformación de sí mismo, el espacio en el que se inscribe y
puede llevar adelante una ontología crítica de nosotros mismos.
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